Al segundo día fuimos a Asakusa, a ver el Templo Senso-ji. Por el camino, pasamos por Nakamise-dori, la calle que lleva al templo, que está llena de pequeñas tiendas donde se pueden encontrar todo tipo de souvenires y chorradas típicas japonesas. Perdimos bastante tiempo mirando lo que ofrecían: desde galletas hasta cacas (al estio de Dr. Slump) bailarinas. En el templo, hicimos uno de los rituales que vimos que seguía la gente que había por ahí. Después de echar 100 yenes en una correspondiente hucha, cogías al azar de una caja un palito que llevaba un número que correspondía a uno de los cajones que había por ahí. Una vez abrías el cajón, sacabas un papel donde te indicaba tu fortuna. Si la fortuna era mala, tenías que atar el papel a unos alambres para que esta desapareciera. A Patri le tocó “Bad Fortune” y a mí “Excelent Fortune” :) Una vez visitado el templo, decidimos ir andando hasta el Parque Ueno. Sobre el mapa no parecía tanta distancia, pero la verdad es que pateamos muchísimo! Sin embargo estuvo bien, ya que pasamos por un barrio donde había varios teatrillos de poca monta. Incluso vimos a varios de los actores disfrazados por la calle promocionando su obra.
Después de visitar el parque quedamos de nuevo con ag0ny para ir a Shinjuku. Ahí nos subimos al edificio del ayuntamiento de Tokyo donde pudimos disfrutar de las vistas nocturnas de la ciudad.
Si la parte oeste de Shinjuku está repleta de rascacielos y de edificios de oficinas, la parte este sin embargo es ocio puro. Restaurantes, tiendas, salones recreativos, salones de pachinco, karaokes, … Visitamos un salón recreativo donde pudimos ver la última moda en máquinas. Se trata de un juego que funciona mediante una especie de cartas que puestas sobre un tablero se controlan (por ejemplo) los ejércitos del jugador. Al parecer ahora mismo es lo que estaba teniendo más éxito, ya que le dedicaban una planta entera a este tipo de juego. Los que vi yo, eran de batallas medievales y de fútbol.
Cenamos en una calle pequeña y lúgubre conocida como la calle del pipí (ya que todos los restaurantes de la zona comparten el mismo lavabo) que contrastaba con las luces de neón que había fuera. Ahí nos zampamos una gran variedad de yakitori de distintos tipos. Al salir vimos varios love hotels y un sitio donde por algunos yens podías ponerte a batear las pelotas que te lanzaba una máquina. No me pude resistir ;)
Algo que me llamó mucho la atención fue cómo ciertos chicos que trabajaban para ciertos bares de la zona iban por la calle buscando clientas para que fuesen a tomar copas. Los que más chicas conseguían salían en el ranking que había en el exterior del local.